sábado, 2 de marzo de 2013

Reseñas viejunas: Bajo los puentes (1946)


Hace unos años la Universidad de Granada proyectó un ciclo de cine alemán clásico cargado de rarezas. Así pude ver Bajo los puentes, de Helmut Käutner, director alemán conocido principalmente por su película El capitán Köpenick (título mal traducido al español, ya que Köpenick es la ciudad de procedencia del protagonista), por la que estuvo nominado al Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa.
            Bajo los puentes se rodó en Alemania en 1945, casi nada, basándose en la novela Bajo los puentes de París de Leo de Laforgue, y es considerada por Käutner su película favorita. Hay que tener en cuenta el contraste entre la situación del país durante el rodaje y la historia que se narra. No sólo la trama, sino el tono dado por el director para lograr un film atemporal y necesario en tiempos duros.
            La historia gira en torno a tres personajes unidos en un triángulo amoroso. Hendrik y Willy son dos marineros fluviales que van de puerto en puerto a lo largo del Havel y del Spree transportando cosas de unas ciudades a otras. En el trayecto que nos ocupa, el destino final es Berlín. Al principio conocemos la vida de ellos, su espíritu libre y su afición por las mujeres de una noche, así como la decisión de que ya ha llegado el momento de asentar sus vidas y buscar una pareja estable, casarse con una mujer respetable. Un poco más adelante aparece Anna, una joven hermosa y triste que observa desde encima de un puente de Potsdam y que ellos acogen en su barco por temor a que se suicide. Aunque al principio reticente, al final opta por llegar a su destino con ellos en un camarote separado, e inevitablemente nace la atracción entre los tres. Los dos marineros se enamoran de Anna, que logra lidiar con ellos hasta que llegan a Berlín a la vez que oculta un secreto personal. Una vez en la capital, las declaraciones se suceden y la historia de amor se complica debido a las decisiones de ambos hombres, quienes no logran ocultar su recelo por el secreto que guarda Anna. El conflicto se resuelve pacíficamente del mejor modo posible para los tres protagonistas.
            Bajo los puentes destaca por varios aspectos, como la perfecta armonía entre amor, drama y comedia, todo rodado de un modo poético y sencillo. El contexto aquí es importante, ya que la decisión de crear una historia atemporal y alejada de la política obligó a Helmut Käutner a limitar los espacios visibles de una ciudad consumida por la guerra, Berlín, y así evitar la censura. De este modo los escenarios son limitados, y la ciudad sólo muestra interiores frente a los planos externos rodados en el río, puente arriba y puente abajo. Bajo los puentes se dan los encuentros de los marineros con las chicas guapas de las distintas ciudades, y bajo un puente pasaban cuando avistaron a Anna allí arriba, toda lágrimas y secreto; del mismo modo, es bajo un puente el lugar donde la joven descubre su secreto en una secuencia montada con acierto y buen gusto.
            Podría ser otra película más, cualquier otro clásico. Podrían disgustar los tics propios de los actores de la época, que en muchas ocasiones sobreactuaban a falta de otro método. Podrían incluso destacarse varios puntos álgidos y descartar el resto del metraje. Pero no, porque es probablemente una de las películas más personales de un director que en lugar de rendirse y dejar de dedicarse al cine, consiguió sacar a flote (y nunca mejor dicho) un proyecto lleno de poesía y belleza en un universo que se tambaleaba sobre sí mismo.

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