jueves, 23 de mayo de 2013
Trailers: Don Jon
El debut como director de Joseph Gordon-Levitt, escrita y protagonizada por él mismo y acompañado de Scarlett Johansson.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Momentazos: La máquina del tiempo de Peggy Olson
Por Miguel Roselló:
Creo no sorprender a nadie si
afirmo que Mad Men está llena de
momentos para la posteridad, de esos que en justicia deberían figurar en
cualquier recuento. Debería resultarme difícil quedarme con un solo momento,
pero lo cierto es que no lo es. Hay quien destaca ese cara a cara de cuarenta y
cinco minutos entre Don y Peggy que es The
Suitcase, hay quien no puede dejar de mencionar la bucólica ensoñación en
la que se sumerge Betty durante su parto y tras la que subyace la más
desasosegante de las realidades para una mujer, y cómo no, habrá quien sonría
con sólo mencionarle la cortadora de césped.
No obstante, yo me quedo con un
momento distinto, perteneciente a la que irónicamente se me antoja la peor
temporada de la serie –la menos buena, siendo justos–: la cuarta.
Estamos en 1964. La muerte de
Kennedy ha puesto a Norteamérica cara a cara con una realidad más desagradable
de lo que el estilo de vida nacido en la era Eisenhower habría querido admitir,
y el relevo está próximo. Las juventudes descontentas están empezando a asomar
la cabeza, y si hay alguien en Sterling Cooper Draper Pryce permeable a este
nuevo mundo –al menos en este punto de
la serie– es Peggy.
Hace demasiados años que la
cuestión de la relación en suspenso entre Pete Campbell y Peggy Olson flota
sobre ellos y sobre nosotros, pero el buscado y finalmente encontrado embarazo
de Trudy, la mujer de Pete, parece materializar de pronto la conclusión a esta
etapa de la serie y de sus vidas. Y cuando ésta llega, no hará falta una sola
palabra por parte de ninguno de los dos.
El momento es tan intenso y simbólico,
y está tan hermosamente filmado –nada menos que por Roger Sterling en carne y hueso; no será el último episodio dirigido por
John Slattery–, que resulta difícil no sobrecogerse. Pete, quien en un triunfo
para SCDP y para él mismo ha traído la cuenta de Cosméticos Vick’s a la firma,
se ve rodeado de hombres de edad avanzada, pelo perfectamente recortado y
peinado, trajes rigurosamente formales y modales agresivos, representantes de
una especie condenada a una extinción a la que son ajenos, todos ellos
envolviendo al ejecutivo de cuentas en una nebulosa de felicitaciones, alcohol
y tabaco. A unos pocos metros y con una puerta de cristal como único
intermediario está Peggy, que se ha reunido con sus nuevos amigos, que han
venido a buscarla a la oficina. Son jóvenes de aspecto heterogéneo, modernos y
llenos de vida, con pinta de adolescentes resuelvemisterios de una serie de
Hanna-Barbera. Dos mundos reunidos, pero al mismo tiempo separados, bajo el
mismo techo. Los jóvenes se dirigen hacia el ascensor, y Peggy va con ellos. En
el último momento gira la cabeza hacia Pete, que desde su nube de humo y whisky
le devuelve la mirada. Peggy está con un pie en la máquina del tiempo hacia el
futuro, y esa última mirada es cuanto Pete necesita para saber que se están
despidiendo, quizá para siempre.
Seguirán pisando los mismos
pasillos y los mismos despachos, pero no podrán verse el uno al otro, pues los
pisarán en épocas distintas.
domingo, 12 de mayo de 2013
Trailers añejos: Regreso al futuro (1985)
Back to the Future. Dirigida por Robert Zemeckis, con Michael J. Fox y Christopher Lloyd. Como si no lo supierais.
sábado, 11 de mayo de 2013
Momentazos: ¿Te salió así, de dentro?
Extraterrestre, de Nacho Vigalondo.
But I could never make you stay.
Not for all the tea in China.
Not if I could sing like a bird.
Not for all North Carolina.
Not for all my little words.
Not if I could write for you
The sweetest song you ever heard.
It doesn't matter what I'll do.
Not for all my little words.
Not for all the tea in China.
Not if I could sing like a bird.
Not for all North Carolina.
Not for all my little words.
Not if I could write for you
The sweetest song you ever heard.
It doesn't matter what I'll do.
Not for all my little words.
viernes, 10 de mayo de 2013
Trailers: Gravity, de Alfonso Cuarón
Alfonso Cuarón presenta Gravity, con Sandra Bullock y George Clooney vagando por el espacio. ¿Notamos cierta inspiración en el personaje Frank Poole de Arthur C. Clarke?
jueves, 2 de mayo de 2013
Reseñas viejunas: Japón bajo el terror del monstruo (1954)
Japón bajo el terror del monstruo (a la que llamaremos por
su nombre original, Gojira, para simplificar) es uno de esos casos de "sé
qué es pero en realidad no" que tanto se ve en la cultura popular moderna.
Como en los cuentos de los hermanos Grimm, el boca a boca, el continuo homenaje
y la referencia social han popularizado una imagen y una idea, pero el elemento
original en sí es ampliamente ignorado.
Hoy en día, el espectador que oye el nombre de Godzilla
piensa en un tipo embutido en un disfraz de lagarto dándole zarpazos a una
maqueta y no se le ocurre meditar que hay algo más aparte de los lógicamente
"primitivos" efectos especiales de la época. Escribo esa palabra
entre comillas porque Ishirô Honda logra, mediante juegos de luces, sombras y el blanco y negro, que el monstruo de una imagen sólida
en pantalla y deja en ridículo el nivel de algunas de las entregas posteriores y sucedáneos.
Puede que a algunos les resulte complicado ponerse en la piel de la audiencia
de los años 50 y entender que este bicho era el Avatar de la época.
MOMENTAZO: la primera vez que la humanidad vio al monstruo.
Dando, pues, por obviada la parte de los efectos, nos
centramos ahora en la historia, que, al fin y al cabo, es lo que nos mueve a la
hora de ver películas: las continuas pruebas nucleares que el ser humano está
efectuando en el planeta han despertado una criatura prehistórica que yacía
bajo mar y tierra y además le han dado más fuerza y poderes. Los lugareños más
viejos afirman que el antiguo dios Gojira (la traducción fonética literal es
Godzilla, según los estudios Tōhō, cuidado) ha vuelto para reclamar sus
sacrificios humanos. Los japoneses sufren la ira del monstruo y contemplan,
impotentes, cómo reduce a escombros la ciudad de Tokio. La metáfora nuclear
está muy clara. Los planos de la devastación están descaradamente basados en Hiroshima
y Nagasaki y, para rematar, vemos que en los hospitales llenos de heridos hasta
los niños vuelven locos a los contadores geiger debido a la radioactividad que
Godzilla deja allí por donde pasa.
El lado humano de la historia es el punto más flojo. Vivimos
el miedo a través de los ojos de una pareja de novios exasperantes y unos cuantos militares
cuadriculados aunque, por supuesto, muy honorables que presionan al Dr.
Serizawa (Akihiko Hirata), verdadero protagonista de la función, (y de ahora en
adelante El Tío del Parche) para que les deje usar la fuente de energía que ha
desarrollado y que, aparentemente, es lo único que puede evitar que Godzilla
siga causando estragos. El invento del Tío del Parche puede ser muy beneficioso
para el ser humano, pero también muy peligroso si cae en malas manos y se
convierte en un arma, que es lo que los militares cuadriculados quieren. Toma torta para los yankis. El Tío
del Parche y su dilema han sido injustamente olvidados por el imaginario popular,
que se dejó perder por la fascinación hacia el monstruo.
Niños radioactivos.
Ishirô Honda dirige la trama con poco corazón y mucha cabeza, lo que hace que la historia se asfixie y deshumanice, quedando todo a medio camino
entre un reality de ciencia-ficción y una crónica de Noticias Cuatro con
dramatización de Iker Jiménez. Sin embargo, teniendo en cuenta que lo que
tenemos entre manos es una película pionera, todo el conjunto consta de más
logros que disgustos.
El Tío del Parche es el bueno, aunque no lo parezca.
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miércoles, 1 de mayo de 2013
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